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Premios Literarios Miguel Hernández 2024 Exposición Bibliográfica Miguel Hernández Genealogía de Ramón Sijé


Ramón Pérez Álvarez afirma que guardó los documentos hasta que los envió a Justino Marín, pero Maruja Fabregat asegura que ella los sacó del Reformatorio ocultos en una capaza para entregarlos a Josefina Manresa La revista literaria digital El Eco Hernandiano que edita la Fundación Cultural Miguel Hernández recupera en su cuarto número una polémica que 61 años después de la muerte del poeta no ha podido ser aclarada. Se trata de la persona que logró poner a salvo los últimos poemas que escribió en la cárcel así como los dos dibujos de Miguel recién fallecido en la enfermería de la cárcel de Alicante. Entre los numerosos puntos oscuros de la biografía hernandiana, repleta de las vicisitudes propias de una vida breve pero intensa, aparece un aspecto sobre el que la crítica especializada ha pasado de puntillas y que ahora rescata la periodista Nuria Illescas, integrante del taller de empleo de la Fundación. Ramón Pérez Álvarez, oriolano que convivió entre rejas con el poeta en este periodo, se atribuye el hallazgo de los últimos poemas y los dos dibujos y su entrega a Justino Marín. Sin embargo, Maruja Fabregat, hermana de Luis Fabregat, otro de los compañeros carcelarios de Miguel, asume que fue ella quién sacó los papeles, ocultos en su capaza, del recinto penitenciario y los guardó para Josefina Manresa. “Los dibujos de Miguel muerto, los hice dibujar yo. A la muerte de Miguel recogí su cadáver en las duchas de la Enfermería. Junto a él había dos pequeñas bolsas.

Las palpé y al ver que había papeles los saqué: eran los últimos nueve poemas de Miguel, escritos en papel higiénico”, con estas palabras Ramón Pérez Álvarez admite ser inductor de los dibujos realizados al poeta amortajado por el recluso José María Torregrosa, escultor alicantino, y del descubrimiento de sus últimos escritos. La negativa por parte de la Dirección Penitenciaria para autorizar la realización de una mascarilla a Miguel Hernández fue el motivo que llevó a los osados compañeros a retratarle, jugándose así la celda de castigo. Pérez Álvarez remitió los originales a Justino Marín. Sin embargo, Maruja Fabregat, hermana de Luis Fabregat difiere de esta versión y afirma que fue su hermano quien le pasó los papeles ocultos en el fondo de una capaza, “en una de las visitas que realicé a mi hermano Luis cuando me devolvió la capaza insistió mucho en que no la soltara, me repitió varias veces, Maruja la capaza, no la sueltes, que te juegas tu vida y la mía. Llegué a mi casa y la vacié, tocando en el fondo noté que había algo. Sin dudarlo lo rompí y allí estaban muy bien envueltos y muy limpios los papeles de Miguel escritos en papel higiénico y los dos retratos de él ya fallecido, los guardé en una carpeta y esperé a que saliera mi hermano de la cárcel”. Al año y pocos meses después, Luis Fabregat salió de Centro Penitenciario de Alicante, y cumpliendo con los deseos de Miguel Hernández entregó los documentos a su viuda Josefina Manresa. El paradero actual de estos escritos se desconoce, no así el de los dibujos de Miguel, que están salvaguardados por los herederos del poeta. El Eco Hernandiano reseña también dos nuevos libros sobre Miguel Hernández y dos minuciosas entrevistas con Javier Lostalé y Fernando del Moral, en la que ambos reivindican la vigencia de Miguel en los jóvenes y estudiantes de nuestro tiempo. Otro valioso documento que incluye este número de la revista literaria digital hernandiana abunda en la relación del pueblo de Cox con Miguel. El poeta, ya en plena guerra civil, combina visitas periódicas a Cox con breves estancias en la localidad donde se había quedado Josefina para hacerse cargo de sus hermanos menores a la muerte de sus padres. Después de su segunda etapa en Madrid, el contacto con la naturaleza y la cercanía de su familia inspira al poeta, por ello la proximidad a la sierra que caracteriza el pueblo de Cox, al igual que el suyo propio, le impulsan a escribir poesía emotiva.