Los actos de la ‘Primavera Hernandiana’ continúan por la tarde con teatro, recital de poesía con la voz de Miguel y un concierto de campanas de trece campanarios La Fundación Cultural Miguel Hernández celebró ayer por la mañana un acto de homenaje al poeta cargado de simbolismo y emotividad. El lugar elegido fue el parque municipal Las Espeñetas de Orihuela, junto a la ribera del río Segura. Allí se plantó un ciprés en el mismo lugar en el que hace 61 años un grupo de amigos de Miguel Hernández le dedicó el primer homenaje póstumo sólo dos semanas después de la muerte del poeta en el Reformatorio de Adultos de Alicante. El acto, incluido en el programa de la ‘Primavera Hernandiana’, contó con la presencia excepcional de Antonio García-Molina, el único superviviente del homenaje tributado en 1942. Antonio García-Molina recordó en su intervención a la mayoría de las personas que participaron en el homenaje dedicado al poeta y amigo perdido, extendiendo de ese modo el homenaje a todos ellos. García-Molina recordó el momento en que, Vicente Hernández, hermano del poeta, llevó la noticia de la muerte de Miguel a la imprenta donde se ultimaba la edición de la revista ‘Momento’. Precisamente, en el homenaje celebrado ayer en Orihuela se leyó un poema del profesor italiano de la Universidad de Murcia, Antonio Fantucci, titulado ‘Mane, Domine, Nobiscum’ y dedicado “A Miguel, que muere sólo”. Antonio García-Molina reseñó que días antes del fallecimiento de Miguel Hernández, Fantucci le visitó en la cárcel junto a Luis Almarcha, Gabriel Sijé y Alfonso Ortuño. El director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Juan José Sánchez, destacó que “con este sencillo acto, la Fundación quiere reivindicar la memoria de Miguel y expandir la simiente hernandiana en este lugar tan entrañable de Orihuela”. La recuperación del ciprés tiene un enorme valor simbólico, ya que el que árbol que fue testigo del homenaje de 1942 desapareció años después al ser alcanzado por un rayo. El director del Taller de Empleo Miguel Hernández que promueve la Fundación, Aitor Larrabide, recordó las palabras escritas por Gabriel Sijé en una carta remitida a Ramón Pérez Álvarez el 29 de abril de 1942. La carta describe el encuentro de sus amigos con Miguel de la forma que sigue: “El domingo en Oleza le tributamos un sencillo homenaje: Junto al ciprés máximo que besa con su combra la anchura de nuestro río, hemos llorado a Miguel. Hemos leído cosas suyas uncidos de su emoción y uncidos de naturaleza, rezando sin palabras por él con sólo mirar al cielo. Después cosas nuestras sobre él: Fantucci, el poeta Dictinio del Castillo, Carlos, Antoñito y yo. Por último, un ramo de laurel junto al ciprés, para que ese ciprés máximo glorifique y llore al poeta y se eleve como un monumento sencillo sobre los azules de Oleza”. Junto al recuperado ciprés, y al igual que se hiciera en el homenaje de abril de 1942, se depositó un ramo de laurel en memoria del poeta. Tal honor recayó en Antonio García-Molina. Un monolito en el que se han tallado unos versos de Miguel Hernández fue colocado junto al simbólico ciprés para inmortalizar el simbólico homenaje